sábado, 21 de abril de 2018

Gertrudis Gómez de Avellaneda II


 2 de febrero de 1841

Llevo dos años en España y estoy muy contenta. Al principio, se me hizo complicado adaptarme a tantos cambios y sufrí mucho porque mi amor nunca fue correspondido. A pesar del rechazo, seguí intentándolo y le mandaba cartas regularmente a Cepeda, pero finalmente me di cuenta de que no merecía la pena y para poder olvidarle me mudé a Madrid.

El cambio de aires me vino de maravilla y, aunque a veces me acuerdo de él, poco a poco, estoy pasando página. He conocido gente increíble y por fin tengo amigos de verdad que me apoyan y me enseñan, pues la mayoría son poetas y escritores de gran talento.

El ambiente en el que me muevo y los nuevos contactos que tengo me han permitido hacer realidad uno de mis mayores sueños: leer mis poemas ante un público. Recuerdo perfectamente la noche en la que recité por primera vez en un teatro. 

Había quedado a las siete en el Liceo para hacer un ensayo general con los demás artistas que actuarían esa noche. Me presenté acalorada y con el pelo revuelto debido a la carrera que me había pegado para llegar a tiempo. Después de arreglarme, salí a recitar, era solo una prueba, pero estaba muy nerviosa y no paraba de confundirme. Los poetas veteranos que estaban conmigo me dieron algunos consejos de gran utilidad, que todavía hoy utilizo antes de salir a un escenario y, gracias a ellos, me calmé un poco.

Después de eso, el tiempo se me pasó volando y, antes de darme cuenta, los asistentes empezaron a llenar las butacas. 

Llegó la hora de salir al escenario. Yo estaba con los nervios a flor de piel. Salí, las piernas me temblaban, pero, pese a todo pronóstico, lo hice bien, entoné y no me trabé en ningún momento. Cuando volví detrás de bambalinas un subidón de adrenalina me invadió y esa misma sensación la tuve al encontrarme con mis amigos y mis padres a la salida del teatro. Fue uno de los momentos más felices de mi vida, me sentí realizada y contenta al ver el orgullo en la mirada de mis progenitores.

Este año también he llevado a cabo un proyecto que tenía en mente desde hace tiempo: he publicado mi primera novela, que se titula Sab. En ella critico a la clase social a la que pertenezco, lo que hace que me enfrente al rechazo de personas de mi círculo cercano, pero me da igual porque creo que ya es hora de que alguien que pertenece a la alta sociedad muestre lo que esta esconde. Además, también he querido demostrar la desigualdad que presentan las clases sociales, ya sea por la raza, el género o la religión. Espero que este libro haga reflexionar a la gente y que no me traiga muchos problemas o, al menos, que no sean en vano.

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