Queridos lectores:
Para que podáis entender este diálogo, debéis saber que las autoras vivieron en épocas dispares, salvo Concepción Arenal y Gertrudis Gómez de Avellaneda, que llegaron a conocerse. Por eso, para escribir este coloquio hemos obviado las diferencias temporales, creando un diálogo en el que todas participan dando a conocer la situación de la mujer en sus respectivas épocas.
Chocolatería San Ginés
23 de abril
(Concepción Arenal entra en la estancia, frente a ella, una larga barra de mármol blanco. A su derecha, junto a la pared, una mesa redonda en la que Gertrudis Gómez de Avellaneda, Ana María Martínez Sagi y Carmen de Burgos conversan animadamente).
Concepción: Buenas tardes, chicas, disculpad el retraso.
Carmen: Tranquila, con tanta lluvia es normal.
Concepción: ¿Me he perdido algo? (se sienta)
Ana: No, te estábamos esperando.
Gertrudis: ¿Qué te pasa? Se te ve decaída.
Concepción: Ufff… Nada, solo que llevo un día horrible.
Ana: Cuéntanos.
Concepción: Al parecer ya no trabajo en La Iberia.
Carmen: ¿Y eso?
Concepción: ¿Os acordáis de la ley que sacaron que obligaba a firmar todos los artículos?
Carmen: ¡Cómo no! Me paso el día firmando y publicando artículos.
Concepción: Bueno… Supongo que ya imaginaréis el resto de la historia (silencio). Esta mañana me han echado. Al parecer no da buena imagen tener a una mujer escribiendo para ellos.
Gertrudis: Lo siento mucho… Es indignante, esto no tiene sentido.
Concepción: ¡Es que no lo entiendo! ¿Se puede saber por qué se supone que las mujeres no podemos trabajar como los hombres? ¿Acaso somos todas estúpidas? No podemos escribir, operar o participar en el gobierno como lo hacen ellos, no podemos hacer nada… Estoy cansada de ver como ineptos e ignorantes me miran por encima del hombro por el mero hecho de ser mujer. ¡Estoy cansada de que todo mi esfuerzo y el de miles de mujeres se pierda y que nadie haga nada!
Ana: Te entiendo, he pasado por algo muy parecido. ¿Os acordáis de que el presidente del Barça me propuso formar parte de la Junta Directiva del F.C. Barcelona, verdad?
Carmen: Sí, por supuesto.
Ana: Pues bien, durante estos últimos meses he recibido una infinidad de comentarios misóginos y denigrantes por parte de los aficionados y socios del club, incluso amenazas, así que finalmente… el miércoles pasado, muy a mi pesar, decidí presentar mi dimisión.
Gertrudis: ¿Qué me dices?, ¿de verdad?
Concepción: ¡Qué indignante!
Ana: Es impresionante. No doy crédito. Es tan decepcionante…
Gertrudis: Estas situaciones están presentes en nuestro día a día, sin ir más lejos, la semana pasada denegaron mi candidatura para entrar en la Real Academia de la Lengua. Los académicos no han querido aceptarme por el simple hecho de ser mujer. ¡Son todos unos misóginos!
Concepción: Lo sé. Yo también he estado a punto de entrar en la academia, pero al parecer al final no fue posible.
Carmen: Por mi parte, me gustaría proponeros un proyecto que vi no hace mucho en Portugal, y creo que os va a interesar.
Ana: Adelante.
Carmen: Mientras estaba de vacaciones en Lisboa, con Ramón, descubrí La Cruzada de las Mujeres, una asociación que tenía por objetivo defender los derechos de la mujer y además implantar nuevas leyes como la posibilidad de divorcio o el derecho a voto.
Gertrudis: ¡Qué interesante!
Concepción: Cuéntanos más.
Carmen: Lo que os propongo es que implantemos La Cruzada de la Mujeres también aquí en España, porque ya es hora de que las mujeres tengamos los mismos derechos que los hombres y podamos acceder a las mismas oportunidades. ¿Qué os parece?
Ana: ¡Me parece una idea estupenda! ¿A qué estamos esperando?
Concepción: Tienes razón, pongámonos manos a la obra. Tenemos que defender nuestros derechos como mujeres. Basta ya de opresión.
*Se levantan y abandonan el local.
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