14 de abril de 1931
Hoy es un día grande. Un día que marca un antes y un después en la historia de España. Un 14 de abril que abre una puerta hacia la libertad, hacia la evolución y hacia los cambios que nos harán prosperar.
Hoy nos deshacemos de la monarquía, de la opresión al pueblo que nuestro rey emérito Alfonso XIII ha intentado mantener con todas sus fuerzas, o más bien, las de sus lacayos.
La Segunda República española ha llegado, y todos sus defensores gritamos orgullosos: ''¡Salud y República!''
A partir de este momento, vamos a demostrar a fascistas, conservadores y opresores del pueblo que la libertad tiene que estar presente en cada país, que la libertad es vida, que la libertad es amar, luchar, enfrentarse a las adversidades, decidir por uno mismo, crear unos ideales personales y optar a un sinfín de oportunidades, derechos y obligaciones.
A mí, por ejemplo, no se me dio ningún tipo de oportunidad. Mi madre siempre me lo niega rotundamente, sin embargo yo tengo claro que he sido, soy y seré una mancha en mi familia. Como cualquier matrimonio de hoy en día, mis padres esperaban un primogénito varón y, en su lugar, mi madre dio a luz a una mujer que desde un principio no ha querido seguir la corriente; ha querido ser libre en todos los sentidos. Hace unas semanas, se celebró un torneo de tenis en el cual yo participé con mi club. Comenzó el partido, y dos minutos después, el árbitro pitó para que paráramos el juego. Me di la vuelta, y vi cómo llegaban las Infantas Beatriz y María Cristina. El árbitro nos dijo que fuéramos a darles la bienvenida, y comencé a observar que mis compañeras y rivales se acercaban a ellas, se inclinaban ante sus pies, y les besaban la mano derecha. Al ver esta estampa, una voz en mi cabeza comenzó a decir: ''Me niego". Y eso fue exactamente lo que hice: soltar mi raqueta y dirigirme hacia los vestuarios, para cambiarme y marcharme. A causa de este acto (calificado de irrespetuoso y vergonzoso por todos y cada uno de los presentes), unos días atrás me llegó una carta comunicándome que a partir de ese momento estaba fuera de juego, literalmente: me habían expulsado del club femenino de tenis.
Con esto quiero dar a entender que, a pesar de lo que pueda pasar, tenemos que defender nuestros ideales y hacer saber al resto de las personas que tenemos derecho a ser libres y nadie puede arrebatarnos este derecho, ni siquiera un monarca, ni nuestra familia, ni nuestro cónyuge, ni ningún tipo de régimen.
Estoy más que segura de que esta república puede romper lo establecido y acabar con estas injusticias. Puede llegar a ser la esperanza del pueblo, y un motivo de lucha y superación.
Libertad, Igualdad y Fraternidad.
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